La bondad de Yemayá
LA BONDAD DE YEMAYÁ
Olofin
estaba disgustado con todos los pobladores de la Tierra porque ellos lo
habían olvidado. Por eso les quitó la lluvia. Con tan prolongada sequía
se morían los animales, se secaban las siembras y no había casi agua
que tomar.
Viendo el giro tan desagradable que tomaban las cosas en el planeta, los orishas a quienes Olofin había entregado el cuidado del mundo, se reunieron y a proposición de Shangó decidieron enviar a Yemayá para que fuera a ver a Olofin y le suplicara su perdón.
Viendo el giro tan desagradable que tomaban las cosas en el planeta, los orishas a quienes Olofin había entregado el cuidado del mundo, se reunieron y a proposición de Shangó decidieron enviar a Yemayá para que fuera a ver a Olofin y le suplicara su perdón.
Yemayá emprendió el camino de la montaña donde Olofin tiene su palacio.
Pasó mucho trabajo ascendiendo por la angosta senda por la que hubo de
caminar varios días, pero al fin llegó.
Tenía tanta sed que, al llegar a los jardines, no pudo resistir más y se arrodilló a tomar agua en un charco pestilente que allí encontró.
Mientras tanto Olofin, que había salido a dar su paseo matinal, vio desde lejos que alguien se había atrevido a perturbar su tranquilidad. Al acercarse para ver quién era el intruso, se quedó perplejo al encontrarse con Yemayá que tragaba ansiosa el agua sucia del charco. Fue tanta la compasión, que le dijo que se levantara, que perdonaba a los hombres gracias a ese acto de ella y que les mandaría el agua poco a poco, para que no hubiera daños. Por eso es que hay que darle agua a los santos cuando vienen.
Tenía tanta sed que, al llegar a los jardines, no pudo resistir más y se arrodilló a tomar agua en un charco pestilente que allí encontró.
Mientras tanto Olofin, que había salido a dar su paseo matinal, vio desde lejos que alguien se había atrevido a perturbar su tranquilidad. Al acercarse para ver quién era el intruso, se quedó perplejo al encontrarse con Yemayá que tragaba ansiosa el agua sucia del charco. Fue tanta la compasión, que le dijo que se levantara, que perdonaba a los hombres gracias a ese acto de ella y que les mandaría el agua poco a poco, para que no hubiera daños. Por eso es que hay que darle agua a los santos cuando vienen.